12 de octubre de 2017 (Nueva York, NY) - Una vez más hoy, el presidente Trump apuntó al pueblo de Puerto Rico culpándolo de la crisis económica que azota a la isla y advirtiendo que "No podemos mantener a FEMA, los militares y los equipos de primera respuesta en Puerto Rico para siempre". A estas alturas, ya nos hemos acostumbrado al escaso dominio de los hechos por parte del Presidente, a su necesidad infantil de arremeter contra enemigos reales o percibidos y a su, francamente, asombrosa incapacidad para aceptar críticas. Pero al atacar a Puerto Rico tras un huracán catastrófico, el presidente Trump ha mostrado un nuevo nivel de crueldad e insensibilidad.
Casi el 85% de los puertorriqueños están sin electricidad. Conseguir agua potable y alimentos sigue siendo una lucha diaria para un número insoportable de nuestras familias. Los hospitales de la isla carecen de medicinas y suministros; sus carreteras están dañadas cuando no destruidas. En resumen, una isla con 3,5 millones de conciudadanos nuestros se está convirtiendo rápidamente en la peor crisis humanitaria de la historia de Estados Unidos.
Sin embargo, el Presidente parece inmune a la realidad de que está supervisando una calamidad.
Dado que el Presidente ha demostrado ser incapaz de liderar un proyecto difícil pero necesario de ayuda, recuperación y reconstrucción en Puerto Rico, corresponde al Congreso, a los gobiernos estatales y a los estadounidenses de buena voluntad asegurarse de que Puerto Rico recibe el apoyo que necesita. Debemos asegurarnos de que los funcionarios de la FEMA en la isla, trabajando en tándem con el personal militar y los primeros en responder, incluidas las fuerzas del orden, comprendan que millones de estadounidenses dependen de ellos y que ésta es una lucha a vida o muerte para nuestra gente en la isla.
Necesitamos especialmente que los miembros del Congreso redacten y aprueben rápidamente un proyecto de ley de ayuda integral que no sólo inicie el proceso de reconstrucción de inmediato, sino que también aborde las desigualdades estructurales que han dejado a la isla mal preparada para hacer frente a una calamidad como el huracán María. Esto incluye la derogación de la Ley Jones y la creación de un plan viable para enderezar las finanzas de la isla proporcionando equidad en la financiación de la atención sanitaria y reduciendo su agobiante carga de deuda.
Este tipo de respuesta global por parte de nuestros líderes exigirá innovación, reflexión y generosidad de espíritu. En resumen, requerirá el tipo de capacidad de liderazgo del que carece el Presidente de Estados Unidos. Confiamos en que allí donde el Presidente nos ha fallado, otros estarán a la altura del desafío. Estamos dispuestos a trabajar con ellos y ayudar a reconstruir Puerto Rico.
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