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No estamos en el mismo bote. Humanicemos la energía.

Por Jonathan Castillo Polanco, Gerente de energía renovable y servicios críticos, Hispanic Federation

Esto fue publicado originalmente en El Nuevo Dia.

El acceso a la energía es un asunto de vida o muerte. De eso fuimos testigos en los meses después del Huracán María. A pesar de ésto, cada día veo más como el tema de la energía se trata de una forma inhumana, insensible y con cero empatía con las comunidades quienes al final del día son las más afectadas. Una vez más veo la necesidad de presentar el concepto del kilovatio vida que entre otras cosas busca humanizar la energía, siendo ésta una necesidad esencial para todas las personas en Puerto Rico y no la hemos tenido cubierta.

En los pasados días he escuchado figuras que van desde el Gobernador de Puerto Rico, representantes de LUMA, el nuevo presidente de la Junta de Gobierno de la AEE, y otros jefes de agencias hacer expresiones minimizando la situación como “son sólo relevos de carga”, “el servicio de LUMA se está dando y se está dando muy bien,” “es el costo de la transición”, “todos estamos en el mismo bote” y recomendaciones como, “estar conscientes del uso de energía” y “traten de hacer compras pequeñas para evitar pérdidas sustanciosas”. Todo esto mientras miles de familias están a oscuras.

La carrera por la supervivencia en la cual nos ha sumergido el deficiente sistema eléctrico de Puerto Rico está en uno de sus momentos más críticos. La salud física y mental, seguridad, educación y economía de las personas en Puerto Rico cada vez se ve más afectada.

Haré un esfuerzo para traducir lo que un apagón significa para muchas de las comunidades. Significa volver a cerrar las puertas de cientos de pequeños negocios que han estado batallando para sobrevivir el impacto de COVID-19; que miles de empleados no pueden trabajar y cobrar ese día, esto justo después de cortarles el desempleo y levantar la moratoria de ejecución de hipoteca; que nuestros jóvenes – el futuro de nuestro país – se atrasan aún más en su educación; que la comida que compramos, cada día más cara, se desperdicia; que los enseres que ahorramos tanto para comprar y mantener, se nos dañen; o peor aún, la desesperación de una persona conectada a una máquina respiratoria rogando que el servicio regrese antes que pase lo peor.

Les contaré la historia de Isabela, una niña de cuatro años que nació con 7 condiciones cardiacas y quién podría morir si se expone por mucho tiempo a temperaturas altas como las que hemos estado experimentando las pasadas semanas en Puerto Rico. Cada vez que hay un apagón la vida de cientos de personas con condiciones de salud como las de Isabella se ponen en peligro.

No, no estamos todos en el mismo bote.

Me pregunto si los jefes de LUMA, AEE o el gobernador viven con estas preocupaciones. Lo que si he visto es la preocupación de LUMA por sus pérdidas económicas sin haber brindado un servicio digno a nuestra gente. También, veo cómo esta administración pasa más tiempo defendiendo a LUMA y justificando esta situación, en lugar de indignarse y actuar con la urgencia que amerita atender todas las necesidades que están confrontando las comunidades.

Nos han hablado de los tantos kilovatios que se generan y los tantos kilovatios que faltan, y cuando se enfocan en lo técnico es muy fácil apagar el país sin pensar en las consecuencias. Cuando hablo de kilovatio vida es un llamado a cambiar nuestra perspectiva a la conexión entre la energía y a quienes afecta cuando ésta no está. Es ponerle cara y corazón a la energía. Hago un llamado al Gobernador y la AEE a tratar esta situación como la emergencia real que es. Hago un llamado a LUMA de no anteponer sus intereses económicos por encima de las necesidades básicas de la gente. Es hora de dejar las excusas, dejar de apuntar dedos, dejar de politizar y que LUMA, el Gobernador y la AEE empiecen a brindar un servicio energético digno para todas y to